Género: Narrativa
Se trata de una historia triste y bonita.
La narradora es la propia Muerte, que tras cruzarse en el camino de una niña varias veces encuentra un diario suyo, el diario de la ladrona de libros.
Lisel es una niña, en la Munich nazi, a la que su madre "abandona". Es adoptada por una pareja mayor, su padre la adora y poco a poco le enseña lo que ella más ansía, a leer.
Su padre, que no comulga con los ideales del partido, intenta conseguir trabajo como sea. Mientras, accede a esconder en su sótano a Max, un púgil judío que ha vivido tiempos mejores. Max adora a Lisel y poco a poco le va enseñando el poder de las palabras.
He tenido un gran problema con este libro, y es que lo que lo hace más especial, es a la vez lo que más me ha molestado. El relato tiene incluidos los pensamientos y reflexiones de la Muerte, la cual, por cierto, es majísima, y sin lugar a dudas, enriquece notablemente la historia. Lo malo es que esos pensamientos contienen spoilers, es la propia Muerte la que te chafa el final... ¡¿a quién se le ocurre?!
En todo caso es una historia preciosa que merece la pena sin lugar a dudas.
"A medio turno apareció un anciano renqueante e indefenso que vagaba por las calles. Cuando Hans terminó de apuntalar el edificio, se volvió y s lo encontró de frente, esperando su vez pacientemente. Llevaba un garabato de sangre en la cara, que descendía hasta el cuello. Vestía una camisa blanca con uns corbata granate y se aguantaba la pierna como si la llevara al lado.- ¿Podría sujetarme a mí, joven? "
Nota: 8/10
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